Hubo intentos claramente fallidos, como los que pretendieron la construcción de automóviles movidos por una máquina de vapor (una versión motorizada de los carruajes de la época) y que debían circular por calles, carreteras y caminos: su lentitud, su peso, su coste y su difícil manejo no los llevaron más allá de la simple curiosidad, aunque debamos considerarlos como antecedentes de los automóviles movidos con motores de explosión que surgirán a finales del siglo XIX.
Quizás los primeros intentos de construir un ferrocarril con locomotoras movidas con la energía del vapor sean aquellos realizados para transportar el carbón desde las minas: muchos de ellos también fracasaron por la fragilidad de unos raíles ideados para vagones arrastrados por caballos y bueyes. Pero de la evolución de estos prototipos saldrán los primeras locomotoras viables como esta cuyo esquema reproducimos y que fue diseñada por Richard Trevithick, ingeniero británico auténtico pionero del ferrocarril, quien primero diseñó máquinas de vapor de alta presión, y desde comienzos del siglo XIX varias locomotoras capaces de arrastrar unas pocas toneladas de carga sobre raíles. Sus desarrollos no fueron más allá de simples exhibiciones, pero sirvieron para probar las capacidades del ferrocarril.
Durante la primera y segunda décadas del siglo XIX fueron mejorando las características de estas locomotoras (potencia, seguridad) y se logró la construcción de raíles lo suficientemente resistentes. En este contesto aparece la figura de George Stephenson, responsable de la primera línea ferroviaria útil y, que desde 1825 cubría el trayecto Stockton-Darlington transportando carbón. En 1829 se puso en marcha un concurso para construir una línea entre Londres y Liverpool. El ganador fue el propio Stephenson con su locomotora The Rocket (el cohete, capaz de viajar a unos 40 km/h) y así, desde 1830 se encuentra en funcionamiento esta línea que transporta mercancías y pasajeros. Con esta línea el ferrocarril demuestra su idoneidad para casi todo tipo de transportes (hasta ese momento era concebido como un sistema para llevar el carbón desde las minas a las ciudades), incluyendo el movimiento de personas.
En las décadas siguientes el ferrocarril, se expandirá por todo el mundo siguiendo muchas normas marcadas por Stephenson (incluyendo su ancho de vía de 1,43 metros,con la excepción de unos pocos países que, como España, prefirieron otra anchura) convirtiéndose por su fiabilidad (sin que faltaran espectaculares accidentes desde sus comienzos) , precio y carácter no estacional en el principal medio de transporte terrestre hasta mediados del siglo XX, jugando un papel económico más importante incluso en otros países que por su tamaño (Estados Unidos, Rusia) o sus dificultades geográficas (España, Suiza) no contaban con las relativas facilidades que sí tenía el Reino Unido.
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